sábado, 7 de julio de 2007

Machu Picchu: Patria Pura

Emocionado, escribo estas palabras mientras veo por las pantallas de televisión estallar el júbilo de todos los ciudadanos del mundo ante el reconocimiento de Machu Picchu como una de las siete nuevas maravillas del planeta.

La ciudadela incaica es para nosotros los peruanos sinónimo de asombro, emblema de sabiduría, símbolo de encantamiento. Es la herencia intacta del pasado glorioso de nuestros antepasados, pero es también la huella más concreta de todas nuestras promesas presentes, incrustadas para siempre en el futuro: es nuestro reclamo de solidaridad, justicia social, desarrollo sostenido, distribución de nuestras riquezas, sin exclusiones de ninguna índole.

Como bien dijo el poeta Pablo Neruda, Machu Picchu es un “Alto arrecife de la aurora humana”. Para nosotros los peruanos, este reconocimiento es sin duda el advenimiento de un espacio mágico capaz de reconciliarnos a todos no solo con la sabiduría ancestral de nuestros antepasados, sino con las promesas brillantes del futuro.

viernes, 15 de junio de 2007

Venezuela: Cuando el silencio conspira contra las democracias

La democracia política sólo podrá enraizarse en América Latina cuando esté acompañada de la democracia económica y social. Estas tres, cuando aterrizan en el campo de las acciones concretas a nivel micro, sí pueden ser capaces de lograr crecimientos económicos sostenidos, eliminar los altos niveles de pobreza, desigualdades y exclusiones que enfrenta nuestra región.

El ruido de las calles y la impaciencia de los estómagos latinoamericanos exigen que, más allá del “chorreo” del crecimiento, estas democracias entreguen deliberadamente resultados tangibles para todos (empleo digno, salud y educación de calidad, etc.), comenzando con esos ciento diez millones de mujeres y hombres atrapados por el hambre, que en estos mismos momentos tratan de sobrevivir con menos de un dólar al día. Esto es necesario decirlo en voz alta y sin la complicidad del silencio.

Las evidencias del mundo democrático muestran con claridad que, para producir estos resultados urgentes, hay que trabajar simultáneamente en el fortalecimiento de las instituciones democráticas, que éstas funcionen con independencia; en el respeto absoluto a los derechos humanos; que los gobernantes rindan cuentas de sus decisiones y que se tenga un absoluto respeto por la libertad de expresión y de prensa.

Cuando se acalla una voz, todos enmudecemos. Cuando se mutila un pensamiento crítico, todos perdemos un poco de conciencia. Y cuando se cierra un espacio de expresión de las ideas, de alguna manera todos terminamos encerrados en las mazmorras de las dictaduras. Algo de eso está ocurriendo en esa Venezuela que queremos y que la reconocemos como parte intrínseca de la gran patria latinoamericana. El autoritarismo populista nos quiere convertir a los latinoamericanos en ciudadanos del silencio. Eso no lo podemos permitir, porque la mordaza es la partida de nacimiento del autoritarismo populista.

Hoy, la conciencia democrática de América está más vigilante que nunca. Y si acaso sea necesario volver a alzar nuestra voz caminando con firmeza en las calles para impedir el triunfo de las fuerzas que buscan imponer el silencio, lo haremos todos juntos, en solidaridad continental, juntando voces de todas las sangres y colores.

Tenemos que estar alertas. Cuando se prohíbe la palabra en alguno de nuestros países, la tentación del silencio puede propagarse en otros territorios, sobre todo en aquellos líderes que buscan estar permanentemente entretenidos por los halagos de las ilusiones estadísticas pasajeras.

Hoy, los ciudadanos libres de la Venezuela hermana, están precisamente en las calles, enfrentando a las fuerzas represivas, y son los estudiantes los que enarbolan las banderas de la libertad y los que, con coraje y generosidad, rehúsan hipotecar el futuro, aceptando el silencio del presente.

El presidente Hugo Chávez se ha convertido en nuestro continente en una figura desestabilizadora que silencia a los que piensan diferente y sólo vive para escuchar su propia voz, ver su propia imagen multiplicada mil veces en las cadenas de televisión que controla y dirige. Ignora que la verdadera revolución de nuestra época consiste precisamente en escuchar la voz del otro, no en acallarla a punta de represiones o decretos supremos.

El enemigo común de toda la gran patria latinoamericana es la pobreza, la desigualdad y la exclusión, y no los pensamientos disidentes. El hambre no se combate cercenando ideas opositoras. El desempleo no desaparecerá de nuestras naciones exilando a todos los que piensan distinto a nosotros. No hay pan sin libertad, no hay patria sin democracia.


En defensa de la democracia


El cierre de RCTV no puede dejarnos indiferentes. Ni tampoco las amenazas de cerrar a otros medios que formulan opiniones distintas. Los que hemos luchado en las calles para conquistar la democracia o aquellos que nos hemos jugado enteros en defensa de los derechos humanos, no podemos ser indiferentes. Los que enfrentamos a los autoritarismos, hoy estamos otra vez de pie, convocando a la solidaridad continental.

Doy testimonio personal que para recuperar la democracia es indispensable el apoyo solidario y sin ambigüedades de las naciones democráticas y de los propios medios de comunicación del mundo.o.

Por eso, debemos exigir a todas las fuerzas democráticas latinoamericanas enarbolar la defensa de la democracia en el continente y el respeto escrupuloso a la Carta Democrática Interamericana, que en su artículo 4˚ demanda a sus estados miembros “el respeto por los derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa”.

Soy respetuoso de las decisiones internas de cada país en nuestra región. Sin embargo, porque sé que la democracia no tiene fronteras –así como los derechos humanos y la libertad de expresión tampoco tienen color—, digo con claridad que no hay espacio para la ambigüedad frente a este atropello contra la libertad de expresión en Venezuela o en cualquier otro lugar de la región.

Los latinoamericanos esperan que sus jefes de estado, sus parlamentos, sus fuerzas políticas, la sociedad civil, y las propias organizaciones gremiales de los medios de comunicación, se pronuncien claramente en contra de esta grave violación a la libertad de expresión cometida por el presidente Hugo Chávez.

Al compartir con ustedes mis convicciones democráticas y de justicia social, lo hago en ejercicio de mi derecho democrático como ciudadano de América Latina. Y con ellas, no ofendo ni insulto a nadie. Más aún, siempre seré respetuoso de aquellas opiniones distintas a las mías, pero jamás estaré de acuerdo con aquellos que prefieren el silencio en lugar de la palabra, la mudez en lugar de las voces disonantes.

Aquellos que amamos la libertad, estamos listos para impulsar cualquier jornada en solidaridad con el pueblo venezolano. Y en ese empeño, espero que tú también estés conmigo.

Este artículo también fue publicado en:
ABC de España
New York Times (EEUU)
Caretas (Perú)
Reforma (México)
El Universal (Venezuela)

jueves, 3 de mayo de 2007

El Día de la Libertad de Prensa

Hoy se celebra en todo el mundo el día de la libertad de prensa.

Muchas instituciones y organismos mundiales coinciden en destacar la importancia de preservar, impulsar o fortalecer la libertad de prensa, como requisito indispensable para asegurar la convivencia democrática y el libre intercambio de ideas.

A nosotros, ciudadanos de América Latina y en particular del Perú, nos toca reflexionar el alta voz sobre uno de los principios más importantes de la democracia, como es el pleno respeto a la libertad de expresión.

Sin libertad de prensa, no hay democracia. Lo ocurrido en la década pasada en nuestro país —cuando algunos dueños de medios de comunicación y algunos periodistas indignos de su profesión pusieron al servicio de sus intereses más oscuros las páginas de opinión, los titulares y las portadas de algunos medios de comunicación —, aún está demasiado cerca, como para olvidarnos que la amenaza todavía sigue latente. La sola existencia de ese trágico y penoso episodio histórico, que nadie puede refutar, nos obliga a permanecer vigilantes para que nunca jamás vuelva a ocurrir algo semejante.

La compra de contenidos editoriales para resaltar una gestión gubernamental es una práctica perniciosa que atenta contra la propia dignidad y la razón de ser de la prensa responsable e independiente. Ningún gobierno tiene derecho a tratar de influir en la opinión pública mediante la compra de las líneas editoriales de los medios de comunicación.

Ningún gobernante en el mundo puede convalidar expresiones o prácticas que pongan en duda el respeto más escrupuloso a la libertad de prensa. Y aquellos que hoy en América Latina pretenden obtener o mantener la ilusión de un alto índice de aprobación ciudadana, eliminando cualquier discrepancia o rechazando los puntos de vista de las minorías, clausurando medios de comunicación opositores o arrojando al suelo las ideas contrarias, mañana serán confrontados por la Historia, que les sacará en cara la pérdida de su propia credibilidad y la ausencia de una verdadera vocación democrática para convivir con los puntos de vista ajenos.

Los que me conocen, saben que estos principios los mantengo desde siempre. Un gobernante no debe buscar los aplausos fáciles de las galerías contratadas, sino debe gobernar en función de los intereses de las futuras generaciones, aun a costa de su propia popularidad. El halago de las mayorías o los titulares periodísticos condicionados son siempre efímeros. Lo que importa es sembrar, si se quiere cosechar mañana a manos llenas. Y no importa quien coseche. Lo importante es que sirva a las mayorías.

En este día, permítanme saludar a los hombres y mujeres periodistas del Perú y del mundo. La conciencia crítica de los medios de comunicación es indispensable para asegurar el curso democrático de cualquier gobierno.

Hasta pronto




Alejandro Toledo

MENSAJE A LOS TRABAJADORES DEL PERU

En este Primero de Mayo, Día del Trabajador, quiero enviar mi saludo fraterno a los hombres y mujeres anónimos que contribuyen con su esfuerzo cotidiano al engrandecimiento del país. Tengo la absoluta convicción de que no es posible forjar un mejor destino para nuestra patria sin la formulación de políticas de largo aliento que promuevan la generación de empleos dignos y bien remunerados, que exalten la dignidad de las personas.

Todas las agrupaciones políticas democráticas deben formular un compromiso permanente para coincidir en la necesidad de diseñar y aplicar estrategias consensuadas de lucha contra la pobreza, sin expresiones subalternas de ninguna índole. Estamos en la obligación de construir plataformas que permitan arrancar de la pobreza a tantos compatriotas nuestros, que apenas sobreviven a duras penas.

El Perú no puede ser nuestro si no somos capaces de abandonar nuestras propias parcelas de certezas y, en su lugar, generar un diálogo que incluya la voz de los desposeídos, para que estos también compartan con nosotros los beneficios de la modernidad. Necesitamos dar la mano a todos aquellos que están lejos de nuestro alcance y, si es necesario, debemos esperarlos hasta que puedan caminar junto a todos. Nadie puede quedar excluido. Ese es el reto de nuestra generación, la promesa que hoy le debemos al Perú de nuestros hijos.

En ese compromiso, siempre contarán conmigo.

Y ese ha sido precisamente el mensaje que he llevado por tres continentes, ante distintos auditorios académicos y empresariales. Soy un soldado en la lucha contra la pobreza. Y aún tenemos enormes batallas que librar. Todos tenemos un lugar en esta lucha.

Espero compartir pronto con ustedes estas y otras reflexiones que me acompañaron durante mi gira académica.

Pero hoy, celebremos esta fecha, rindiendo homenaje a los grandes luchadores sociales que conquistaron mejores condiciones de vida para los trabajadores. Generemos riqueza, y no distribuyamos jamás pobreza entre nuestros compatriotas.

Fraternalmente,





Alejandro Toledo

miércoles, 10 de enero de 2007

La defensa de los derechos humanos es un derecho que nos pertenece a todos

Hola,

En primer lugar, permítanme compartir con la familia, colegas y amigos del periodista Jaime Rázuri, el júbilo enorme por su liberación. Jaime se encuentra desde esta noche en Perú, después de padecer una verdadera pesadilla tras su secuestro en Gaza.

Creo que este lamentable episodio –hoy felizmente superado- nos enseña que la solidaridad unánime en la denuncia contra la violación de los derechos humanos, siempre logra sus frutos y permite derrotar política y moralmente a sus violadores y perpetradores. Quiero reconocer asimismo el coraje y serenidad de la madre de Jaime, que supo mantener la esperanza viva, siempre. Y eso es exactamente lo que debemos pedirle al pueblo peruano: que jamás pierda la esperanza, a pesar de que muchos quisieran arrebatarnos esa luz que siempre debió y debe estar activa.

Quiero aprovechar también esta ocasión para agradecer la generosidad de los miles de oyentes de Radio Programas del Perú por haberme elegido como “Personaje del Año”, tras una encuesta radial nacional celebrada durante el mes de diciembre del 2006. Yo soy un humilde ciudadano de a pie, que siempre estará dispuesto a fajarse por la democracia, los derechos humanos, el bienestar social y económico de todos los peruanos. Siempre seré el primero en denunciar el racismo, la intolerancia y la arbitrariedad, venga de donde venga.

También quiero agradecer a los miles de peruanas y peruanos anónimos, que desde distintas partes del Perú me han abrumado con su aliento en sus cartas de respuesta a esta correspondencia que he iniciado con el pueblo peruano, cartas escritas desde un país al cual no pertenezco, pero con el cual me unen por el momento obligaciones profesionales. Muchas cartas ya las he respondido, pero trataré de contestarlas todas, tan pronto el tiempo me lo permita.

Y a todos aquellos que están interesados en crear una comunidad para el diálogo, los invito a que dejen sus opiniones en este espacio, libremente.


Espero que siempre nos mantengamos en contacto.

Atentamente,

Alejandro Toledo

jueves, 4 de enero de 2007

Libertad para Jaime Rázuri

Permítame empezar esta misiva expresando mi más profunda solidaridad a la familia del fotógrafo peruano Jaime Rázuri, secuestrado hace unos días por una facción disidente del grupo palestino Hamas, mientras cumplía su deber profesional en la franja de Gaza.

Espero que sus padres, colegas y amigos del Perú y el mundo, encuentren fortaleza para enfrentar estos difíciles momentos. Ojalá que este movimiento espontáneo de solidaridad mundial los ayude a superar esta terrible circunstancia, que jamás debió ocurrir.

¡Exijamos la libertad de Jaime Rázuri!

En una democracia y en un mundo civilizado, ningún argumento puede justificar el uso de la violencia, bajo ninguna de sus formas. Usar el secuestro como arma política -o como un vulgar y repudiable acto criminal-, significa privilegiar la fuerza por encima de la razón, los atropellos en lugar del diálogo, la barbarie en lugar de la convivencia civilizada.

El respeto absoluto a los derechos humanos no puede, de ninguna manera, estar subordinado al cumplimiento de objetivos políticos subalternos, por más elaborados que éstos pretendan ser. Todos tenemos derecho a la vida y al libre tránsito, y cualquier violación a este principio elemental tiene que ser repudiado por todos los demócratas del mundo, independientemente de nuestros credos religiosos o políticos.

El secuestro de cualquier periodista es, además, un crimen contra la libertad de expresión. El verdadero periodista tiene la obligación profesional de buscar siempre la verdad. Y muchas veces, en la búsqueda de ese empeño, enfrenta circunstancias difíciles, que pueden incluso poner en riesgo su propia vida. En Perú hemos padecido muchas formas de violencia, incluso contra periodistas, y estamos sumamente sensibilizados frente a cualquier asomo de arbitrariedad, venga de donde venga. Ni siquiera el estado o cualquier organización política o social, nacional o multinacional, tienen derecho a ejercer cualquier forma de violencia gratuita, y mucho menos contra seres desarmados.

El repudiable secuestro de Jaime nos obliga a reflexionar en voz alta sobre el hecho de que la democracia se basa en el respeto absoluto a los derechos humanos, la libertad de expresión y la independencia de poderes. Y esos son valores universales, por encima de cualquier consideración, que garantizan una convivencia civilizada y pacífica, en el Perú o en cualquier parte del mundo.

En mi condición de ex Jefe de Estado del Perú, invoco personalmente al Presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, a agotar todos los esfuerzos posibles para devolver sano y salvo al periodista Rázuri, para beneplácito de sus familiares, colegas y amigos. También invoco a las organizaciones internacionales de derechos humanos y a los organismos gremiales de los periodistas en el mundo, a persistir en exigir la libertad inmediata de Jaime Rázuri.

Sinceramente,
(Firma de Alejandro Toledo)
Alejandro Toledo
email: alejandro.toledo.manrique@gmail.com